viernes, 29 de noviembre de 2013

Instrucciones para las medidas cautelares



"Beber solo es como masturbarse.
Tiene su punto para con uno mismo,
pero es triste por definición"


Quizás me pase de lista en esta entrada, últimamente cruzo la línea de la contradicción demasiado a menudo,  pero es que hay contradicciones tan perfectas en sí mismas que no puedo dejar de llevarme la contraria. Puede que tú que me lees seas una de ellas.

Creo que pensáis que estoy bastante jodida de la cabeza. Y es posible. También estoy radiante, y parafraseando a Benedetti no sé si más lo primero que lo segundo y/o viceversa.

Es lo que tiene decidir vivir sin anestesia. 
El alcohol ha pasado de sedante a afrodisíaco (sobretodo cuando te digo que yo pago la siguiente ronda y tú contestas: "vale, pero bebes de mi boca". ¿O eso lo he soñado?) y la poesía que me chuto se folla a mi cerebro,se reproducen y multiplican mis neuronas.
Es curioso que me guste pensar que hay cosas que pueden cambiar, aun siendo las mismas. 
La misma ventana, las mismas vistas, hasta el mismo sofá que si se confesase haría sonrojar a cualquier cura se visten de nuevo y se ponen la etiqueta con el precio de las cervezas que nos debemos. Eso sí, sigo odiando los autobuses. La magia no se sube en ellos y siempre me llevan en dirección contraria al que parece ser mi camino. 
Para poder acompasar nuestros pasos igual deberías probar a sincronizar nuestros relojes primero. Pero no me cites a Machado que esa peli ya la he visto. "Caminante no hay camino..." haz el favor y no me jodas. 
Sólo me atrevo a pedirte un favor. Háztelo, y no te lo tomes todo al pie de la letra. Lo escribí la primera vez que me asomé a esta ventana. 
Porque hay estrofas que no escribo, y en ellas habito. También lo escribí ya. Por si no lo habías leido. 
 Si en 2008 le pedía que me matase, igual ahora debo confesarme asesina de los sueños de otros. Tú me dirás. 
Todo esto es muy discutible y muy opinable. Voy a entonarme yo también a ver si así me pregunto y me contesto. La tónica habitual ante la ausencia de argumentos. Siempre me excita comprobar que tengo razón.  Es la regla general. A no ser que me argumentes bien las excepciones. Eso igual me pone más. 

Y aunque no conjugasen bien nuestras demandas confío en que sabremos conciliar. Y si en vez de abogada me pones en el papel de juez, sobreseeré provisionalmente, así siempre podemos reabrir el caso. 




martes, 26 de noviembre de 2013

Adiós...

...al pánico práctico...


Ese lastre ya no me servía para nada. Me molesta un poco que no se me haya ocurrido a mí. Pero ya sabemos de sobra que si antes no estuve a la altura, menos voy a pretender estarlo ahora. 

Iba siendo hora de renovar la banda sonora, teníamos algunas canciones  enquistadas y aunque ya no sonase el reproductor ambos sabemos perfectamente cuales son.  La historia de éstas aun está por escribirse. Ya no hay secundarios con afán de coprotagonista.  Que jodidamente bien suena eso. 
Y esto más.
"...desmaquillando de mi cara esta molesta sensación.

Ya olvidé mi paso de baile, 
me he inventado un nuevo lenguaje.
Se ha marchado el viejo cobarde,
juega en casa el nuevo salvaje..."




lunes, 25 de noviembre de 2013

Diligencias (de los) preliminares

No es la primera vez que escribo que suelo incumplir a diario la ley del silencio de aquellos que me la imponen. Incluso cuando soy yo misma la que la impongo. Lo que más me gusta del protocolo es saltármelo.

¿Para qué está si no? Si no existiera esa opción simplemente serían uno o varios conjuntos de normas absurdas y arcaicas que solo podrían provocar primero asombro y después risa. La gente con sentido común no se deja llevar por el protocolo, porque está precisamente pensado para aquellos momentos en los que el sentido común  brilla por su ausencia. Y es aquí donde quería llegar.Tan jugona o más que de costumbre. 

En mi locura particular, un arrebato de sinceridad aliñado con gintonics. Te confieso que me encanta protocolizar según qué situaciones, algunos escritos y muchas de nuestras conversaciones. Únicamente para poder saltarme mis propios principios a la torera. 
Y puedes poner la cara que quieras, menos la de sorpresa.
Todas me valen, menos esa. 
Parece mentira que no sepas que sigo jugando hasta en los tiempos muertos.

Me preguntas que ¿Por qué? Que manía, que pena que nunca sea ¿Y por qué no?
Por el simple placer egocéntrico que me da contradecirme a mí misma. Retarme a mí misma. Es el juego más divertido. La eterna lucha interior que siempre quiero que pierdan el autocontrol y la paciencia en que suelo envolverme. Te recuerdo que el sexo oral no es sólo eso que se te acaba de pasar por la cabeza. Este estilo creo que tampoco se me da mal. 

Así de absurdo. Así de intrascendente.  Hay cosas que tienen explicación pero no sentido. Y también vicia y versa.

Y porque a veces, al intentar rebatirme me das buenos titulares, y a fin de cuentas, es lo que busco, recuerda que esto no es más que un circo, que lo único que pretendo beneficiarme es a tus palabras, ver si eres capaz de darme otros ángulos para mirar las cosas. La inspiración.

Cualquier otra cuenta pendiente ha prescrito o la doy por condonada.
Esto tan sólo son precedentes del futuro sobreseímiento, mientras podemos seguir discutiendo sobre los fundamentos, pero sin derechos.

Y para explicarlo aprovecho y recomiendo a un  par de poetas que no me canso de leer:


"Decía la camarera del bar
donde hipoteco todo mi equilibrio,
que si la incertidumbre no arde
la ilusión se apaga.
Que hay que saber llegar 
lo suficientemente tarde
para que te echen de menos
pero no tanto
como para que te manden a la mierda.
Incluso al orgasmo,dijo.
Y sonrió".
(Ernesto Pérez Vallejo)

"Porque el tiempo siempre hace su trabajo,
¿recuerdas?
Claro que no, si no ya estarías repartiendo cartas con algún as guardado bajo el brazo
Y ya habrías prendido la mecha de alguna explosión, en lugar de echar por tierra
Lo que no supiste hacer volar por los aires."
 (Escandar Algeet)

sábado, 23 de noviembre de 2013

Dormilona

"...Él fuma y obedece,
Ella habla y resplandece...
Ella canta una desnuda una canción,
y él la mira y se relame...."







Lo ha vuelto a hacer. El cabrón de Ferreiro siempre da en el blanco. El disco completo, totalmente recomendado.

lunes, 18 de noviembre de 2013

De las dudas infinitas...

Yo dudo.
Tú dudas 
Todos dudamos.
¿O no?

Hace poco leía un artículo acerca de las dudas, tachadas como enfermedad psicológica que desafía a todas las soluciones que se atreven a plantarles cara. No estoy muy de acuerdo con el autor, cuando escribe que dudamos por debilidad, que los dudosos no somos confiables porque no confiamos ni en nosotros mismos. 
Sí que es cierto que muchas veces dudamos porque tenemos miedo de poner a prueba nuestras capacidades, pero no creo que sea cierto eso de que dudamos porque somos débiles. 

Las dudas pueden ser una rémora que coja el timón de nuestra vida y nos tenga caminando en círculos, vale, sé de lo que hablo. Sin embargo creo que también son un aliciente para hacer trabajar a nuestro a menudo olvidado cerebro.
Dudamos porque nos planteamos distintas opciones, porque somos capaces de posicionarnos en distintos lados del campo, porque podemos y decidimos dudar para poder elegir. Aunque eso es ir un paso más allá. Y no siempre es fácil. 


Haciendo un poco de examen de conciencia creo que soy la única que siempre presupone el egoísmo déspota de las dudas. Y tan acostumbrada que he estado a comérmelas, al final, en un momento de la peli que fui incapaz de pausar, fueron ellas las que me devoraron hasta los cimientos. 

Y aún creo que tú no tenías nada que ver en esta ecuación. Pero insaciables, no tuvieron suficiente conmigo, y también te consumieron a ti.
He intentado salpicarte lo menos posible con ellas, hice lo que pude por quitar las piedras de tu camino, aunque me las fuera echando en el mío, fuiste un lugar seguro durante mucho tiempo. Mucho más que eso aunque no lo sepas.
Pero decías no dudar cuando te empeñaste en subirme a un pedestal que no me correspondía, y al final tuya ha sido la caída libre.
Yo decidí volver atrás, rebobinar, aislar las incógnitas e ir resolviéndolas una a una, y dudando, dudando hasta simplificar. 

No pretendo justificarme, ni disculparme, sé que este triple llega demasiado tarde a nuestro encuentro. Esos 2 o 3 segundos de los que suelo hablarte a menudo.

Lo justo para poder vomitar en diferido todo aquello que no habría sido tachado de cobarde en directo. O tal vez sí. En este caso nos quedaremos con la duda. 





lunes, 11 de noviembre de 2013

Encontrarse


"De nuestros miedos
nacen nuestros corajes
y en nuestras dudas 
viven nuestras certezas.

Los sueños anuncian 
otra realidad posible
y los delirios otra razón

En los extravíos
nos esperan los hallazgos
porque es preciso perderse
para volver a encontrarse."
(E. Galeano)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Renacimiento

Fragmentos de libros que nunca más leeré. 
Canciones tatuadas que van perdiendo la memoria. 
Puertos conocidos y desconocidos.
Diplomacia para todos, ferocidad para mí.
Esto es lo que ha sido. Hasta hoy. 

Cambiemos los verbos, que no los tiempos. 
Asumir por reconocer, desear por intentar, rendirse por luchar.  
Deshacerse del placer masoquista de vivir en espiral. 


 Escribir es uno de los viajes más importantes de mi vida. Ida sin retorno, café con insomnio, música de madrugada y sexo por placer.

Me he prometido a mí misma dejar la diplomacia a un lado y empezar a ser sincera. Aunque sea sólo por hoy. Y era sólo cuestión de tiempo que viniese a reencontrarme con mis palabras.

Cientos de ellas, a veces en susurro, a veces explotando entre las líneas de este blog, suspirando por la calma durante años para acabar descubriendo una verdad tan obvia como esquiva:
Adoro la calma, pero me aburre, lo que me excita y me mantiene despierta es la guerra.
 No sé, ni ya quiero ser sin la guerra. Soy la guerra, y ser consciente de ello me ha dado una paz que soy incapaz de expresar.
Esconderse detrás de la autosuficiencia, la falsa modestia de mi arrogancia y de algún que otro corazón lo único que ha conseguido ha sido crear una necesidad más grande. Y pensaba que le había dado al pause de mi vida, mientras no paraba de correr.

Para poder recuperar el control a veces tenemos que renunciar a él.

He aprendido a disfrutar las tormentas pues me ofrecen el ritmo perfecto para seguir bailando y salir del agujero que me trajo hasta aquí.

Que son justo lo que necesito.



 El secreto: tan simple y tan complicado como atreverse a mirarse al espejo.