Viernes de resaca.
Resaca emocional de viajes, Madrid otra vez cerrando el círculo.
Resaca de concierto, de amigos, de sensaciones que explotan en cada roce, en cada beso, en cada abrazo.
Resacas que no duelen, pero que amanecen pidiendo más.
Hoy voy a beberte sin permiso otra vez.
Mi niña interior se despierta esta mañana de sol y sopla su primera vela de cumpleaños.
Un sentimiento dulce de culpa se mezcla con el síndrome de abstinencia que me provocas cada día. Y a veces, inconsciente, te araño un poquito, sólo para poder lamer tu sangre y curarte las heridas después.
Te lo dije, no somos de líneas rectas, nosotros ondulamos.
¿Sabes qué pasa?
Que soy demasiado feliz y a veces no sé serlo. No termino de acostumbrarme a merecer tanto y, por un lado, espero no hacerlo nunca.
Y que nos den las diez y las once, las doce, la una, las dos, las tres y las seis que es mi hora favorita.
Has llegado y has abierto todas las puertas y ventanas de mi vida. Y sólo puedo pensar y escribir en presente continuo a tu lado.
Decidimos no contar nuestra vida, porque estamos en ella.
Hoy decido ahorrar palabras, para poder escribirlas después contigo a cuatro manos.
Hoy, que dices que te quedas, sonrío a toda vela mientras voy sacando la ropa de verano en ese cuarto que acomodaste para mi en tu cabeza, y me recreo en tu azul, que me da unas vistas mejores que las que nunca había podido imaginar.
Hoy, un collage nos recuerda que nuestro sueño es real.
Y el mundo sigue, y todos siguen, y esto no se para.
Excepto cuando vienes, me abrazas y le das un frenazo al mundo.
Ya sé que al final todo son números, canciones y cosas.
365 días, Don't look back in anger, y palabras, palabras que se estiran y por mucho que lo intenten no consiguen ni rozar este sentimiento que se desborda en cada curva, en cada caricia y en cada gesto.
Hoy empezamos a ser lo que queríamos ser cuando fuésemos mayores:
Nosotros.
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