domingo, 26 de abril de 2015

Consonancia emocional

"Apenas sé nada de la vida...
...pero tengo la certeza cuando menos,
que tu presencia espanta mis demonios
y trae noche de verano al dormitorio.
Que contigo, cada Marzo es el primero..."
(Ismael Serrano)



Sigo sin poder escribir de nada que no seas tú. Ni quiero.

Quiero que todos sepan, como cuenta Diego Ojeda,
que le echamos la culpa a la poesía,
de hacer inevitable nuestro encuentro,
y ahora está de nuestra parte y es testigo
de que ser feliz sea
tan maravillosamente raro.


"Te supe antes de verte,
te sentí mucho antes de tocarte...."


Andábamos sin buscarnos y Cortázar ya nos imaginaba:

Tú viajabas en submarinos de una sola dirección
buscando sin éxito
cómo hacer de la ilusión un concepto concreto,
la métrica que consiguiera
que los collages sacados de la manga
durasen un poco más,
que lo que dura una explosión.

Yo, y es muy curioso,
por entonces, o tal vez algo antes, ya sabes, la edad,
también
escribía sobre lo mismo,
sobre la misma .

El tiempo es más verdugo que maestro y a veces,
se parece más a un juez que a un abogado.

Sin pedirle siquiera la venia reorientamos la brújula,
conseguimos dejar atrás
las bocas que no besan,
los abrazos que no abrazan,
las manos que no unen.

La disonancia sentimental.

Me gusta imaginarnos
como dos folios en blanco.

No venías a por nada,
por eso te lo dí todo.

Mira que sólo acordamos dos cervezas,
y se han convertido en una vida.


Sonríe la orilla de la calma conmigo y me quedo callada, 
embobada mirando nuestras fotos y contando los segundos que faltan para verte.
Como cada día que espero a tu coche en el portal.
Como cada noche que me duermo con tu olor en el pelo y tus ojos en la nuca al despedirnos. 


Intento hacerte comprender, 
que el silencio también forma parte de la melodía:

Lo riman la confianza y la tranquilidad que dan tus brazos a mis hombros,
lo tocan mis caderas con tus manos, lo hacen sencillo, 
y sencillo no implica que sea fácil.


Pero es una parte muy bonita.





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