sábado, 15 de febrero de 2014

Mala educación sentimental

...suelo levantarme mal.. y caerme cada vez peor. Pero siempre me levanto.

No me gusta que se vea esa parte de mi, así que siempre que pueda evitarlo, en vez de gritar, me pongo los cascos y dejo que mi canción favorita me abrace y me consuele. Y después me quedo en silencio, como nueva.

Esta es mi canción favorita y cada día le encuentro más porqués. 

A veces sólo necesitamos un voto de confianza. Que alguien crea en nosotros y nos diga que no lo estamos haciendo tan mal. O que no nos diga nada porque no haga falta.
Un punto de apoyo para poder levantarnos y tirar hacia delante.

Me obligué a acostumbrarme a que el mío fueran mis propias manos en el suelo. Una y otra vez, perfilando con tiza blanca cada muerte y cada resurrección, como las marcas que se hacen de los cadáveres para poder establecer conclusiones después, desde la distancia, sin tocar demasiado. Sin dejar que nadie se acerque.

Estoy perfectamente, paren las rotativas, tranquilo todo el mundo, sigo en esto de re descubrirme o rehacerme, dejándome sorprender.

Una de las pocas cosas que atesoro como realmente mía, que reconozco, es la sonrisa.
Mi sonrisa.
Mi jodida maravilla del mundo, no esa cualquiera que ponemos por mantener las formas cuando son lo primero que perdemos. Una sonrisa de verdad, sin avaricia. Esta que me viene de serie y decís que os sienta de cine.
Dime ahora que no, anda, que a mi las vuestras de fábula, tienen algo de increíble, pero ahí quiero creer como una niña. Tienen algo, que es decir mucho cuando lo normal es no me digan nada.

Este es mi patio infantil y voy a seguir jugando a  pintar cuadros con tiza en el suelo.  Por si me quieres borrar o por si decido meterme dentro.

Porque lo triste es que sólo los tristes se alegran de compartir su tristeza. No me considero una persona triste.
Cuando se me escapa la mía delante de alguien no lo puedo evitar y tiro del máster que tengo en huidas en dirección contraria a cualquier opción de que me reconforten.

Si me dejo, no tardaré en marcharme. Sé que suena raro, pero también  que no me gusta lo normal.

Es como si caminaras llevando en una mano el corazón y en la otra las llaves del coche. Y jugar con la adrenalina de no saber ni tú mismo cual sacarás en cada momento. Feliz y cabreada al mismo tiempo con los resultados.

A pesar de disfrutar beneficiándome palabras ajenas tengo ganas de huir y que me paren, para poder compartir un silencio. A veces un silencio es todo lo que alguien necesita. Pero es muy difícil encontrar a personas con las que poder quedarte un momento en silencio, cerca.

"Dos personas que saben mantener un silencio juntos son dos sabios. Dos personas que son capaces de mantenerse en silencio cerca, podrán entenderse siempre como nunca otros.
No importa lo que vayáis a decir ahora. Es más, no importará nunca tanto como lo que estéis pensando de mí.
Y es que entre las pocas certezas que poseemos, está la de no descifrar las frases que recorren a quien tenemos delante. La certeza de que lo que se dice no es más que una pista o un breve resumen inapropiado de lo que se piensa."
(Irene X)








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