Hoy es un viernes disfrazado de lunes. Se presenta un fin de semana económicamente productivo, pero emocionalmente desacompasado. No sé si estaré donde quisiera, ni si después me alegraré, por ahora me encuentro bastante apática.
La noche, con su perfume de jazmín y sus velas mentirosas, nos ha traído a todos noticias reveladoras, el viento ha cambiado. No sabes hacia donde pero parece que poco a poco te escora a sotavento, fuera de la recta y segura carretera que hay tras el puerto de la cadena. Nadie puede decirte que es lo mejor, quizá el hecho de que no te sientas tan bien sea determinante, pero yo haría más caso de los chispazos de la noche, ya sabes lo que tienen los sueños de día, a pesar de ser verdes e ir perfectamente arreglados. Más que nada, porque las espirales de ese estilo, si no es nochevieja no son fáciles de justificar.
De par en par le abro, las puertas que me cierra; que en su cuarto el aire se ha atrofiado y se ha acostumbrado a ese olor tan peculiar vale, pero te olvidas que se escapa por debajo de la puerta y puede asfixiar a cualquiera con su incoherecia contractual.
Seguramente amanecerá un par de veces hoy, Waits me lo estaba comentando hace un momento, por eso no estaré en casa ni en ningún sitio. Encallaremos en la esquina de cualquier canción, y nos perderemos en el olor de los ansiosos invitados hasta que suene With or without you o la segunda que se me ocurra, porque no suelo tener un público demasiado exigente.
Te debo más de un rato, lo sé, pero reconoceme que nunca serán los adecuados, así que, en el momento mas intempestivo encontrarás mi número jodiendo en tu móvil. Y lo cogerás. Y maldeciremos juntas. Como siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario