lunes, 12 de diciembre de 2016

Debris

 "Que aún me guste enredarme en mis enredos
por el simple hecho
de alimentar al león que es mi tristeza
para que no se despierte rabioso de hambre
me parece algo tierno."
(Elvira Sastre)

Últimamente no dejo de tener incontinencia verbal. Me rebosan las palabras como las piscinas en verano.

Eso me pasa cuando me contengo durante demasiado tiempo. 

La inercia del autocontrol que ha sido durante tanto tiempo y ya no es me cuesta tanto como me costaba antes no llevar en una mano el corazón y en la otra las llaves del coche ante cualquiera que me preguntara como estaba. 
Y jugar con la adrenalina de no saber ni yo misma cual sacaría en cada momento. 

Es alucinante esto de irme conociendo.

Y me sorprende cada día más el hecho de que no me sorprenda que me guste descubrirme alguna cicatriz y ponerla sobre la mesa como carta de presentación. Pero no con cualquiera. No me subestimes todavía. 

No hablo de empezar defraudando para no generar ninguna expectativa, ya no, sino de todo eso de sentirse frágil pero irrompible, que es más verdad que cualquier libro de Coelho de esos que leías antes de conocer a los personajes de John Fante. 

Y de sentirte aún más perdedor que ellos.

Hoy me apetecía prender la luz para confesar algo:

Ahora mismo hay cosas por las que pagaría mucho más de lo que valen: 

La primera cerveza de octubre en la orilla de la calma. Porque cuando necesito huir no encuentro mejor sitio que ése, que siempre ha sido mi única casa.

Repetir en bucle mi canción favorita mientras vuelvo a contemplar la puesta de sol en el Republica de El Nido, en Palawan.

Y preguntarle si se considera demasiado inteligente al subestimar la paciencia y el tacto que estoy teniendo al decir las cosas. 

Y mis silencios, claro.

Al final acabaré repitiendo todo eso de vomitar en diferido aquello que no habría sido tachado de cobarde en directo.

Aunque me gusta tanto contradecirme que igual esta vez al decirle a verdad no le miento.

"Make the scene and make me stronger..."






martes, 6 de diciembre de 2016

Domingo imaginario


Hoy vuelvo a la orilla de la calma, sin premeditación pero con alevosía.
Hoy, no lo piensas, pero es capicúa.

Sonrío algo incrédula, mirándome al espejo mientras me voy desnudando.


No hace tanto que creo que el éxito depende menos de las cosas que consigues y más de lo fuerte que rebotas cuando tocas fondo.

Mira por donde ahí soy una estrella. Jodida y radiante.

Pero no quiero mirarme con condescendencia.  Hoy no me caben las ganas de explotar, no sé si de ira o en orgasmos, y no sé si me da igual,  por eso vuelvo.

Vuelvo aquí a reencontrarme con las palabras que me faltan. Las que llevo tiempo sin escribir.
Las mías.
Y a cerrar los ojos sin perderme las vistas que me sé de memoria.
















Que es posible tragarse medio litro de sangre antes de vomitar lo sé por Edward Norton en el Club de la Lucha pero....
¿Cuánta paciencia hace falta para reventar el contador?

Releo mi manifiesto personal o algo que se le parece mucho, y brindo sin sabor a viejo por seguir siendo siempre tan ingenua.

A pesar de ese macabro placer egocéntrico que siento al contradecirme, he de reconocer que ser consecuente conmigo me sienta bien.

Venga, pon música que ya no sé ni lo que siento.





Mientras empiezo a despedirme de este escritorio con el que tantos Word he compartido, sus cicatrices me recuerdan que debo dejar de fumar.Pero de momento amarilleo un poco más las paredes.
 Se acerca un futuro ilusionante, como suele pasar, el tiempo que llevaba sin escribir es directamente proporcional a la experiencia vital. Sigo en mi asiento favorito de primera clase de preescolar, y últimamente casi cada día es seis de enero.
Pero siempre acabo volviendo a la ventana con vistas. 
Y aquí pero es matiz, que no contradicción.

No sería del todo yo sin ella.

Y aunque monopolices mis pensamientos y firmemos contratos de ropa sucia y roces de pies fríos sabes que es una parte que de vez en cuando necesito,
Un cuarto pequeño que no nos va a costar alquiler. 

Y porque lo sabes, 
y aunque un poco a la vez no,
vienes. 


Y también me esperas fuera.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

En el andén

Prendiendo la luz del faro de nuevo.

Otra vez.

"Somos paralelas cruzadas, por casualidad..."

El tiempo que llevaba sin publicar es inversamente proporcional al cúmulo de momentos que contar.

La última vez que escribí quinientos me parecían lejanos y hoy sumamos más de seiscientos.

Y sí, sigues siendo mi argumento favorito.

Y sí, sigue habiendo fuegos artificiales
 y sigo tocando el cielo
y demasiado nunca es suficiente.


Y encima sigo aquí.
No me he desdibujado, ni me escondo detrás tuya ni de nadie. Puedo seguir cayéndome e incluso haciendo el ridículo porque mis actos siguen sin cotizar en ninguna escala de aprobación,

Hoy escucho de otras bocas ecos de recuerdos ajenos que se mimetizan con los propios y mantengo la sonrisa, que sin embargo esta vez no es irónica.

Repito frases que un día escribí para mi, más consciente ahora que entonces, de que a veces, para poder recuperar el control es necesario renunciar a él.

No sé como resuenan en otros oídos, ni he sido ni soy amiga de dar consejos  y si no preguntas la única que se desviste aqui soy yo. Recuerda donde estás; es mi mar, mi mar con sus olas propias y sus propios sentidos, yo me desnudo por el simple placer egocéntrico que me provoca contradecirme a mi misma.

Tú enciende un cigarrillo, búscate donde no estás y encuéntrate donde menos te lo esperes.

Pero al final hay que asumir el topicazo;

la originalidad de nuestras derrotas no es tal.








domingo, 26 de abril de 2015

Consonancia emocional

"Apenas sé nada de la vida...
...pero tengo la certeza cuando menos,
que tu presencia espanta mis demonios
y trae noche de verano al dormitorio.
Que contigo, cada Marzo es el primero..."
(Ismael Serrano)



Sigo sin poder escribir de nada que no seas tú. Ni quiero.

Quiero que todos sepan, como cuenta Diego Ojeda,
que le echamos la culpa a la poesía,
de hacer inevitable nuestro encuentro,
y ahora está de nuestra parte y es testigo
de que ser feliz sea
tan maravillosamente raro.


"Te supe antes de verte,
te sentí mucho antes de tocarte...."


Andábamos sin buscarnos y Cortázar ya nos imaginaba:

Tú viajabas en submarinos de una sola dirección
buscando sin éxito
cómo hacer de la ilusión un concepto concreto,
la métrica que consiguiera
que los collages sacados de la manga
durasen un poco más,
que lo que dura una explosión.

Yo, y es muy curioso,
por entonces, o tal vez algo antes, ya sabes, la edad,
también
escribía sobre lo mismo,
sobre la misma .

El tiempo es más verdugo que maestro y a veces,
se parece más a un juez que a un abogado.

Sin pedirle siquiera la venia reorientamos la brújula,
conseguimos dejar atrás
las bocas que no besan,
los abrazos que no abrazan,
las manos que no unen.

La disonancia sentimental.

Me gusta imaginarnos
como dos folios en blanco.

No venías a por nada,
por eso te lo dí todo.

Mira que sólo acordamos dos cervezas,
y se han convertido en una vida.


Sonríe la orilla de la calma conmigo y me quedo callada, 
embobada mirando nuestras fotos y contando los segundos que faltan para verte.
Como cada día que espero a tu coche en el portal.
Como cada noche que me duermo con tu olor en el pelo y tus ojos en la nuca al despedirnos. 


Intento hacerte comprender, 
que el silencio también forma parte de la melodía:

Lo riman la confianza y la tranquilidad que dan tus brazos a mis hombros,
lo tocan mis caderas con tus manos, lo hacen sencillo, 
y sencillo no implica que sea fácil.


Pero es una parte muy bonita.





viernes, 27 de marzo de 2015

Sin que duelan las resacas

Viernes de resaca.
Resaca emocional de viajes, Madrid otra vez cerrando el círculo.
Resaca de concierto, de amigos, de sensaciones que explotan en cada roce, en cada beso, en cada abrazo.
Resacas que no duelen, pero que amanecen pidiendo más.
Hoy voy a beberte sin permiso otra vez.

Mi niña interior se despierta esta mañana de sol y sopla su primera vela de cumpleaños.

Un sentimiento dulce de culpa se mezcla con el síndrome de abstinencia que me provocas cada día. Y a veces, inconsciente, te araño un poquito, sólo para poder lamer tu sangre y curarte las heridas después.

Te lo dije, no somos de líneas rectas, nosotros ondulamos.

¿Sabes qué pasa?

Que soy demasiado feliz y a veces no sé serlo. No termino de acostumbrarme a merecer tanto y, por un lado, espero no hacerlo nunca. 
Y que nos den las diez y las once, las doce, la una, las dos, las tres y las seis que es mi hora favorita.

Has llegado y has abierto todas las puertas y ventanas de mi vida. Y sólo puedo pensar y escribir en presente continuo a tu lado.
Decidimos no contar nuestra vida, porque estamos en ella. 

Hoy decido ahorrar palabras, para poder escribirlas después contigo a cuatro manos.

Hoy, que dices que te quedas, sonrío a toda vela mientras voy sacando la ropa de verano en ese cuarto que acomodaste para mi en tu cabeza, y me recreo en tu azul, que me da unas vistas mejores que las que nunca había podido imaginar. 

Hoy, un collage nos recuerda que nuestro sueño es real. 
Y el mundo sigue, y todos siguen, y esto no se para.

Excepto cuando vienes, me abrazas y le das un frenazo al mundo. 

Ya sé que al final todo son números, canciones y cosas.
365 días, Don't look back in anger, y palabras, palabras que se estiran y por mucho que lo intenten no consiguen ni rozar este sentimiento que se desborda en cada curva, en cada caricia y en cada gesto.


Hoy empezamos a ser lo que queríamos ser cuando fuésemos mayores:



Nosotros. 



lunes, 19 de enero de 2015

Dame...

Dame una tarde sin una sola nube en el cielo.
Dame un vagón, cuatro asientos, dos pasajeros.

Dame un regreso con retraso, una huida que enmarcar, muchas rondas que invitar,
caminemos al mismo paso.

Dame estación, dame ciudad, dame un laberinto de metros en el que no nos perdamos.
Dame luz, dame familia, dame semáforos en rojo.
Dame cerveza, dame nesteas y dame fantas de naranja. Dame bufandas, camisetas y tazas. 

Dame una hora para pasear, dame suelas gastadas de andar hasta encontrar ese bar que tanto me gustó la vez anterior.
Dame frío, dame calor, dame la mano y busca conmigo nuestro reflejo en los escaparates.
Dame un estadio, dame la gloria, dame la electricidad de celebrar un gol como nunca antes se ha celebrado.
Dame poesía en los cafés y filosofía de autodidactas sin cubatas.
Dame amigos, dame buhardillas. dame un cine antiguo al que volver

Dame Sol, dame Gran Vía, dame tus brazos. Dámelos.
Dame Madrid ahora Contigo.


Blood on the tracks

Amanece en la orilla de la calma y nos despertamos con un dígito cambiado.

Lunes gris pintado de un azul que todos dicen odiar pero en el que disfrutan recreándose.

Y algunos no somos distintos al resto de la gente.

La cola de sirena refleja sus mil tonalidades, de Copenhague a China, Cian, Caribe, Tormenta, Oriente, Indigo, Turquesa....

Ahora Dylan suena en Varadero y en nuestros corazones, latiendo en paralelo.

Sangran las canciones con recuerdos nuevos y olvidos antiguos y te imagino buceando entre sensaciones contradictorias, buscando respuestas sin saber cómo formular las preguntas.
O siquiera qué preguntas formular. 
Mi curiosidad resistiendose a prescribir mientras piensa en amago, intentando desprenderse de la empatía kamikaze de querer viajar en el tiempo a un tiempo que no es mío y que segun tú dejó de ser tuyo hace tiempo. 

Para ser herida. Para ser recuerdo. Para ser cicatriz. 
Para ser aprendizaje que no se puede volver a aprender. 

Pienso en mis heridas con fuerza...Trato de rebobinar buscando rescatar las sensaciones grises y amargas que te exijo para comprenderte y no las encuentro. 
Descubro con asombro que las he olvidado. No las siento. No las recuerdo como antes. Me he llenado de ellas mil veces y ahora que pretendo resucitarlas me dejan vacía.

No son herida. No son recuerdo. No son cicatriz.
No son aprendizaje. 

Ahora sólo son fotos, canciones y cosas. 

Descubrirte y aprenderte me enseña cosas de mi. 
De mi yo de ayer. 
De mi yo de hoy. 
Del yo que quiero que sigamos haciendo; nosotros. 

Es una sensación indescriptible la de saber que escribía sobre ti mucho antes de conocerte, que ya te esperaba cuando aún ni te conocía y que, ahora que te conozco, ahora que tienes todo mi verano en tu mano, que conoces mi pulso y el frío de mis manos no recuerdo pasado antes de ti. 

Y la mejor lección que he aprendido se llama Ahora. Y mi mejor profesor ya no es el tiempo sino tu mirada. Y quiero sobresalientes en todas tus asignaturas.

Sonrío como una niña pequeña mientras lo pienso y espero poder poner a tu disposición las palabras que te faltan cuando quieres explicarme cosas que no puedes explicar.

En realidad, lo importante es no perder de vista qué es lo realmente importante ni perderse por el camino que sólo tiene una dirección correcta. 
Tus brazos. 

jueves, 11 de diciembre de 2014

This is just a love song (He said)

"...Hope I didn't speak too soon
My eyes have always followed you around the room
Cause you’re the only
God that I’ll ever need
I'm holding on and waiting for the moment
For my heart to be unbroken by the sea"


Las preguntas escondían deseos, los paréntesis miedos.
Mis teclas seguían el ritmo de tus latidos y a tus venas le soplaba mi música una nueva estrofa.
Con todo nuestro pasado en contra y la ilusión a favor.

..Y la noche nos encontró 
con la sonrisa improvisada y el corazón tiritando,
con los bolsillos vacíos y las esperanzas llenas.
La mecha encendida a cuatro manos 
que explota cada día en unos fuegos artificiales exquisitos. 

Cerillas interminables que no necesitan de un apagón para iluminarme. 
 

No sé escribir de nada que no sea de ti. Te cuelas en todos los párrafos que sueño, 
me soplas y me cumples. Y solo entonces tengo sentido. 
.
Y si he hablado demasiado pronto atrévete a callarme a besos.
Y si hay canciones con historia, reescribelas conmigo.

A los hipocondríacos del control podría darles un infarto.



jueves, 4 de diciembre de 2014

Yellow Brick Road (revisited)


"Hay veces que lo bordas, y veces..."

Fotos, canciones, cosas.
Mis fotos, mis canciones, mis cosas.
Tus fotos, tus canciones, tus cosas.

A veces se me olvida que sólo soy espectador, a veces las canciones se convierten en ceniza"

Las vistas desde esta ventana no siempre han sido las mismas. Y mirar lo de ayer con ojos de hoy suele ser el objetivo idóneo para perder la perspectiva.
Pero es que las vistas últimamente son tan bonitas y tan azules, que a veces no me lo creo. A veces me pierdo en la habitación oscura de la frustración y agacho la cabeza y los hombros. 

Hasta que llegas, y con ese azul que abarca todo, enciendes la luz del faro, me llevas a casa. 



Todas las historias tienen sus luces y sus sombras, sus blancos y sus negros, sus buenos y sus malos...y a partir de ahí, toda la escala de grises que se te pueda ocurrir. Y la que no, también. 

Ahí la tienes. Ahí está la mentira. Ahí está la serpiente.

La claridad que se presume en los roles que cada uno juega no puede ser más oscura. Más aun cuando extrapolamos nuestra sensaciones, nuestras experiencias, cuando tratamos de transponer esos papeles y encasillar a quien no ha jugado esa partida sino otra que no tiene por qué tener nada que ver en el papel que le hemos dado a otro en el pasado. 

Mal jugado.

Ese movimiento en el tablero está permitido, pero la mayoría de veces no tiene sentido. Arma un escudo inentendible para el compañero, inexplicable para uno mismo. El escepticismo.

"Vale, esta peli ya la he visto, yo también he vivido eso, y por eso, doy por hecho que sé lo que sentiste, que sé lo que viviste, que sé hasta donde llegaste y lo que me cuentas no es del todo cierto. A qué esperas para admitirlo".



Si algo he aprendido en todo este tiempo es en lo mucho que nos equivocamos y autodestruimos por miedo. Miedo a lo que se tiene y a lo que no, miedo a lo vivido y a lo que está por vivir. Miedo a perder el control de nosotros mismos y darnos cuenta de que hemos cedido las riendas.



Ahí están: los mecanismos de defensa del subconsciente.

Y enfrente: tu azul, que lo aclara todo.

Tus juegos; resucitando mi sonrisa adolescente con cada pregunta; tu tacto, descubriendome que existe un escalón por encima del cielo, tus ojos, tirando abajo todos los muros, despertándome a la vida.
Tu abrazo que se ha convertido en mi casa; tu cara, en mi paisaje favorito, y tú en mi única canción favorita. El único prólogo. La única certeza.

Has llegado y te has metido en mi cabeza borrando todo lo anterior. Me siento como ese adolescente hambriento, impaciente y tranquilamente nervioso de los poemas que hacen turismo en su pelo. No recuerdo pasado antes de ti más que las fotos que te dejan algunas películas que no pasan a la Historia.

Siempre defiendo la importancia de dar a cada uno su sitio, su lugar merecido en la memoria; pero contigo necesito volver a cumplirlo todo para que cuente, porque contará si es contigo.

Anoche añadiste otra. Otra coincidencia más a la lista de mis coincidencias favoritas. Una que, sin más esfuerzo que la obviedad pero con la fuerza implacable de la más absoluta de las certezas ilumina mi alma, cierra sin hacer ruido la habitación oscura, derriba el último muro y nos deja estas impresionantes vistas al mar.










martes, 2 de diciembre de 2014

Espej(ism)os



"Aquí hace menos frío que en la calle, 
hay leña para un fuego, 
no mucha pero bueno,
un poco de calor no viene mal"

Pasa, entra.
Cierra la puerta y ponte cómodo. Enciende un cigarrillo y deja que te envuelva la canción. Hoy Antonio me vigila y me desnuda.


Han vuelto. Ya está de nuevo aquí el humo y el gris de las noches insomnes. El mundo  descomunal.
El miedo.
Ansiedad. Banderas a media asta. Pasos frágiles, incertidumbre sin prozac. Pero esta vez sin dudas.

Las luchas de gigantes frente al espejo se ven más nítidamente que nunca.
Acariciar a la serpiente, ver como dibuja círculos de vicio y se recrea, Parece que se ha ido, pero vuelve, siempre vuelve.

Al final a eso se reduce todo; fotos, canciones y cosas.

Escribir, leer, olvidar.
Releer y volver a escribir. A fin de cuentas, recordar:

-Que al final, resumes todo en una sucesión de prólogos y epílogos con distintos protagonistas pero mismo guión.-





Y saber, que eso no es más que la peor de las mentiras.
Ni menos.


"la vida es la diferencia entre el tiempo que pasa y lo que pasa en el tiempo.
O quizá, la diferencia que hay en el interior del tiempo que pasa."