viernes, 17 de enero de 2014

Manteniendo el equilibrio

Aunque el equilibrio es imposible. Dicen.

Me encanta ese momento tan nuestro en el que todos se van del bar y nosotros nos quedamos. Y nos pedimos otra.  
Sin ninguna falta de ortografía pero con muchas de respeto. Espero.


Muchas veces creo que no debería publicar estas cosas;  pero  disfruto de la humedad que me produce sentirme medio desnuda, remotamente alcanzable, vulnerable pero fuerte y abierta sosteniéndoos la mirada, a vosotros, esos ojos que no terminan de verme del todo. Y de los que, lo admito, no me importa el color.

Mejor. Así nos ahorramos las metáforas.

Eso si. No te vayas a creer todo esto, y mucho menos pensar que "esto" es todo. 

(Pausa para encender un cigarrillo y tocarme compulsivamente el pelo. Ronroneo y remoloneo.)

Quería comentar que hoy han dicho en la tele que se han acabado los tiempos muertos.
Y el presentador del telediario se ha quedado tan pancho. Valiente ignorante, soltarnos eso a los que sabemos que es posible cargarse hasta al reloj si nos lo proponemos, aunque no mataríamos ni a una mosca (a pesar que de nosotros no dicen eso, pero como a ti, a veces tampoco os creo).

De lo que realmente  me apetece hablar a estas horas es del amor. Y no, esta no es otra contradicción de las mías, me sigue chirriando la palabra, sigo estando alérgica, me refiero a un amor poco común…el amor propio.
Todo y nada que ver con lo mucho que me quiero a mi misma a diario, varias veces, todos los días. Pero ese es otro tema que sólo discuto conmigo.

 A ti no sé qué te pasa, ni si querrás pasar por aquí o simplemente que se te pase. Podré meterme mucho con tu arrogancia egocéntrica de estar tan seguro de ti mismo, pero te lo digo con la sonrisa subliminal de quien sabe que tienes cerebro, capacidad y cojones para respaldarla. Quería recordártelo ayer pero sufría de afasia post-examen e insensibilidad telefónica. Eso y lo del tiro libre.

(Otro cigarro con la vana intención de prender la luz en algún sitio)

Han vuelto los tiempos de Héroes y las noches de Piratas, esta vez con subtítulos de fracaso personal y tráfico de conciencias de segunda mano. Mucha gente no sabe o no quiere saber que si estás en ruinas por dentro, mejor que se te vea como un precioso edificio por fuera. Ya dejas entrar a quien tú quieras (pero deja a alguien, eso sí).

Porque es cierto que vivimos en un mundo descomunal, que hay gigantes en todas partes, hasta dentro nuestra.Y más acechando detrás para ponernos la zancadilla.
 Y  todo suele pasar a destiempo, pillarte a contrapié y no siempre se tienen los reflejos para esquivar las balas.  Ahí están ellos. Esos 2 o 3 segundos de retraso con lo que llega todo lo que esperas. Lo suficiente como para que no sea en el momento adecuado.

No siempre se elige perder ni  cómo se hace, pero a veces se pierde, algo, a alguien o tú. Lo que sí puede elegirse es la forma de recuperarse. Y ahí tiene un papel protagonista, es el triple definitivo y sobre la bocina el amor propio. 
Hay que tener amor propio cuando toca hincar la rodilla o reconocer un error para después levantarse desafiando cualquier ley y cualquier miedo.  No hace ninguna falta para suplicar ni autocompadecerse, claro.  No soporto a estos últimos, así que no les dedico ni una línea.

Cuando peor estoy lo que más me gusta es  escuchar a Rafa Pons con su ironía y guiños frikis, sobretodo por su superioridad del que ha tocado  fondo y ya no tiene nada que perder.

Hacer, porque siempre hay que hacer algo, lo que mejor sé hacer: coger un vestido, ponerme los tacones más altos que tenga, buscar algo de valor, abrir la puerta y salir de ésta, de ésa o de cualquiera.


Y últimamente no me quito las sandalias, ni con el frío que hace.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Animo con los examenes! Tu amor propio te lo agradecera.