viernes, 7 de marzo de 2014

64 escaques

"Mi miedo al fracaso solo se acojona ante la rabia de no haberlo intentado"


Acción poética no es un graffiti en una pared.

Acción poética es una sonrisa ante un funeral perforando más hondo que una bala a quemarropa, es el reflejo de dos cuerpos en un espejo parando el tiempo y es el abrazo que se da a la frustración para noquearla y quitársela de en medio, para salir de ella.

Acción y reacción versus pasividad y contemplación. 

Calculemos nuestro particular número de Shannon en este tablero de posibilidades:
Puedes equivocarte cincuenta veces, pero procura arreglarlo cien. Cáete doscientas, pero que sean mil las que intentas levantarte. 
Busca tu camino. El que te asusta. El difícil. El largo. El que te suponga un reto. El que te lleve a la gloria superando decepción tras decepción. El que pueda implicar perder para ganar algo más importante después.
El que realmente quieras. 

Porque digas lo que digas, y hagas lo que hagas, si no eres consecuente contigo y no lo sientes sólo podrás aspirar a ser un vendedor de humo más, parado en la orilla mientras todos nos zambullimos en el mar a buscar nuestros propios peces. 
Te quedará una sensación de vacío que podrás intentar llenar con intervalos de placer momentáneo pero que siempre volverá. 
Sabrás de lo que hablo siempre y cuando tengas la capacidad de ver más allá de lo que puede satisfacerte ganar en un mes para gastarlo en un día y seas un ambicioso inconformista como yo. 
La mayoría de las oportunidades que se te presentarán son como esas chicas increíbles que aparecen y que no esperan, que no se dan la vuelta en las despedidas y que no vuelven a pasar. 

Pensarás que todo esto es mierda barata de auto ayuda, pero sólo es la traducción de una conversación de bar con un amigo, de esos pocos que tienes en la agenda y sabes que te cogerían el teléfono y se fumarían un paquete contigo cualquier martes a las cuatro de la mañana aun teniendo que trabajar a las ocho. Y no una vez. Muchas veces. Estén en la parte del globo que estén.

¿Cuánto aguanta un corazón que no late por lo que cree? 
La experiencia me dice que mucho, pero no para siempre. Si eres capaz de aprender del error ajeno ganarás el doble.
Mojarse, calarse hasta los huesos y en definitiva jugársela sólo es un paso, aunque suele ser el más difícil. Elegir.
¿Y después?

Pretender subir de nivel implica aceptar retos mayores.
¿También no conformarse con premios menores?
Esta te la dejo para que te la respondas tú. 

Yo elegí arrasarlo todo hasta dejarme en ruinas, cambiar mi historia y rehacerme de nuevo. 
Es lo que estoy haciendo. 
Así es como puedo ir siempre de cara, mirando de frente a cualquier abismo y a ti al desafiarte, jugar siempre para ganar y erradicar resignación de mi vocabulario. No pienso exigirme menos. 

Hoy me despierto con el marcador en contra pero más fuerte que un titán. 
No me importa estar en pleno descuento.
Esta es mi vida, me la estoy jugando, y como me gusta ese verbo.
Cuando algo depende únicamente de mí sólo tengo que querer para conseguirlo.
Y tengo clarísimo que este partido lo voy a ganar porque llevo demasiados años negándome el premio que  ahora sé que merezco.

Estoy más despierta que nunca. Y no tengo ningún miedo.

"Corro a tumba abierta por la vida y no sé si aprendí a volar
de todas formas me siento como arena en el centro 
de un gran huracán"

No tienes ni idea de las horas que pienso por segundo, y aunque me alegro por ti y no dejo de cuidarte, espero que sepas hacerlo solo. Las dos cosas.
Unos decidís volver, otros nos vamos.
Puedes engancharte si quieres, pero no hace falta que me acompañes, después de esta tormenta no habrá calma que se atreva a venir.
Además, cualquiera te dirá que no soy recomendable.
Y estará en lo cierto.
Porque puedo cambiar...pero no quiero.






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